Sobre los porros y la adolescencia

Font: La Vanguardia Digital.
9 de juny de 2009.
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“La drogadicción debe considerarse una enfermedad crónica más”. Así de contundentes se han mostrado algunos expertos que han participado en el Congreso Hablemos de Drogas (coorganizado por la Fundación de Ayuda a la Drogadicción y la Obra Social de la Fundación La Caixa). Ante estas afirmaciones, deberíamos optar por la autocrítica y un discurso ciertamente más constructivo.

Aún reconociendo que ha habido cambios, y que hemos experimentado avances, tendríamos que empezar reconociendo que el planteamiento de la mayoría de las políticas de prevención del consumo de drogas sigue siendo ineficaz, e incluso contraproducente. Probablemente, aquellos individuos y colectivos más “vulnerables” no sólo aprenden poco con nuestros consejos sino que los situamos, seguramente, en un terreno lleno de riesgos y, por ende, más problemas.

Por otro lado, parece que la lectura que estemos haciendo de la adolescencia sea la misma de quince años atrás. Y lo que está claro es que las cosas han cambiado. Y mucho. Así como el papel de la familia, la escuela, la política, la transición al trabajo…Nuestros futuros adultos dependen cada vez más de la soberanía del mercado, del individualismo y de nuestra patológica (hiper)protección. Añadamos que nuestra miseria comunicativa ha ayudado a que los chavales cada vez nos vean como adultos y profesionales más alejados y lo que es peor, menos referentes. Nos recuerdan las encuestas (aquellas que a menudo se usan para criminalizar), y también muchos profesionales que conocen a chavales (porque trabajan con ellos desde su día a día, en la calle, en la red… -lejos de despachos y consultas terapéuticas-) que tenemos una generación de adolescentes –en comparación con sus precedentes- bastante tranquilos, conscientes y responsables por lo que a drogas se refiere. Otros temas –la sexualidad, el uso de internet, su capacidad crítica, lo automedicados que están, etc.- son harina de otro costal.

Y ya que hablamos de marihuana, y ahora que es época de que las plantas crezcan y florezcan en jardines, balcones y armarios…Sus espigadas hojas ¿no ensombrecerán problemas más serios? ¿Qué pasa con aquellos problemas estructurales de nuestro sistema social, sanitario y educativo? ¿No estaremos desviando la atención para desatender problemas más complejos? Sinceramente, hay necesidades más prioritarias que el humo de los porros. Y probablemente la solución pase por la corresponsabilidad de todos.

Recuperemos, pues, un discurso sensato sobre la adolescencia, y realista sobre las drogas (¿y si tenemos en cuenta que una generación de abstemios es imposible?). Vivimos en un mundo que tiene más tabúes por una jeringuilla vacía que por una arma cargada de munición. Si seguimos negando esta realidad estaremos dando, una vez más, palos de ciego.

Jordi Bernabeu i Farrús
Centelles (Osona)


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